viernes, 15 de enero de 2010

"LAS TRES GRACIAS/ SER O ESTAR", 10 de diciembre 2009, Galería de Arte Miau-Miau (Bulnes 2705, CABA)

Sebastián Bonnet, Dos Performances
Instrumental. Música. Se abre el telón negro. Voz en Off (un artificio de la tela; una presencia –la del artista- que se vuelve…. Off)
Tres muchachas abren el juego desde el suelo arcilloso: se rozan-se enredan-se tocan-rivalizan. /Like a virgin//// Se elevan sobre sus pies-compenetración. Armonía.
Con-tacto primigenio. Des-cubrimiento. –Like –a-viiirgin- Las miradas. Tres son una trenza. Armonía final. Salud-Dinero-Amor!
Son cinco o siete los minutos transcurridos. Luz tenue y un cuadro de la acción en que se fija la mirada. Lienzos colorados cuelgan de marcos de ventanas y tres cuerpos femeninos desnudos se cubren recíprocamente de barro. Una lucha se da espacio en Miau-Miau, y después cada cual ocupa su lugar. El espacio se da por convivencia y en colaboración. Salud, Dinero y Amor: “Es por eso que luego de representar el Caos en esta gloriosa y mítica lucha, salen airosas y triunfantes de la experiencia de vida extraída de este combate, las Tres abrazadas y ocupando la matemática divina proporción de 33.33% cada una”, según ha escrito Sebastián Bonnet. La cita visual se reconoce rápidamente a la vez que se nos ha advertido sobre la misma en el nombre que se le ha dado a la performance. Estas Tres Gracias re-significadas ponen de manifiesto los tres valores “vitales” que se hallan en boca de todos (o casi): salud, dinero y amor. Desde la antigüedad las Tres Gracias han estado asociadas a un alma de condición tripartita que definía la unidad de la misma, es decir, una unidad indivisible en cuanto tal pero presente en diferentes planos de existencia. Las Tres Gracias se han asociado así mismo a la belleza, la afabilidad y la alegría. Se constituyen como protectoras de las artes y se han asociado al Sol, a Mercurio y a Venus. Encuentran su sentido también según su triple aspecto de recibir, aceptar y dar. El motivo ha sido largamente representado en el arte, y sean tal vez las imágenes de Las Tres Gracias de Rubens o La Primavera de Boticelli, en donde encontremos los ejemplos más conocidos. Estas representaciones acuden a nuestra memoria -especialmente la de Rubens- mientras la performance se desarrolla ante nosotros. Es decir, que podemos aproximar ya en este punto, que Bonnet ha reelaborado por un lado una obra de contenido visual, y por otro, el sentido literario de Las Tres Gracias. Su procedimiento se constituye en montar, a partir de una iconografía establecida y desarrollada a lo largo de los siglos, una visión particular que enlaza pasado, presente y futuro. En los términos que él mismo lo define, el Ritual que desarrolla en esta ocasión implica la armonía de los tres elementos que ubica en la tríada “atrayendo la materialización de este profundo deseo a nuestras vidas.” Salud, dinero y amor, o la búsqueda de su equilibrio, se vuelven motivo de reflexión en el marco del arte pues en la vida, la relación entre estos, se ha convertido en el fundamento del bienestar, sino de la felicidad perdida.

Break//

Del artista oculto, del artista en Off, al que se hace presente con seriedad compenetrada. La mesa está servida: “Ser o Estar: that is the question.”
Desarrollo del “menú Bonnet”: entrada, plato, postre y champagne. Durante unos veinte minutos aproximadamente, Sebastián Bonnet sirve protocolarmente, no sin ironía, a dos personas que, sentadas a una mesa ricamente vestida, saborean con prisa los alimentos que el mêtre dispone en sus posiciones. Lo interesante de la acción propiamente dicha radica, por un lado, en la compenetración de Bonnet a la hora de ejecutar su rol –un distinguido sirviente ataviado según lo manda su oficio, con elegante traje negro y guantes blancos-. Los dos comensales nos invitan a acercarnos, a probar el apretado menú, el cual finaliza con el Apple pie que ha llegado a la mesa.
Varias entradas y salidas del mêtre a la escena. A cada vez trae consigo algo que agregar a la mesa –un alimento o champagne- . Su actitud protocolar se entremezcla con gestos de desprecio y hostilidad hacia el hombre y la mujer a quienes se dirige. “Ahora vengo”, les dirige, en un tono alto y seco. Les lleva el pan en las manos, les quita el plato mientras aún están comiendo, les sirve sobre lo servido aún más champagne en sus copas, luego: bebe del pico de la botella, frente a ellos, sin separarse siquiera un centímetro de la mesa, y vuelve a re-llenar sus copas. Así mismo estos gestos convocan a la risa. Es la paródica actitud del que desafía las reglas, las convenciones, insertando en su acción una ironía tal que resulta de ello un hecho superficialmente ambiguo.
Ambiguo es también el nombre que ha dado a la escena performática. En primer lugar, enseguida caemos en la cuenta de que está citando las palabras que Shakespeare hace pronunciar a Hamlet; sin embargo, con un juego de la traducción: “to be or not to be…” admite los términos en castellano “ser” o “estar”; en lengua española, nos ha llegado la acepción que se corresponde con el vocablo “ser”, puesto que en el contexto de la escena elaborada por Shakespeare cobra mayor sentido. Ahora bien, la ironía del juego que se establece en el título de la performance, se corresponde en primer término con el diálogo que se abre con el lenguaje mismo: ante la profunda cuestión que plantea Hamlet –“Ser o no ser: esa es la cuestión”- Bonnet “responde” invirtiendo el propio lenguaje de la afirmación, vaciando de contenido la formulación original al desplazar el acento de una cuestión ontológica a una lingüística. Paralelamente –o en simultáneo, como se desee- el sentido hace otro giro para, una vez más desde la lengua, sopesar dos condiciones de la existencia: ser o estar. A la vez que reflexionamos desde este punto de vista, la cuestión se vuelve aguda pues las implicancias entre las dos alternativas no son en sí mismas de poco peso. Vale la pena referirse al contenido visual y psicológico que se ha mencionado anteriormente. Cabe preguntarse antes que nada por qué se decide montar una cena elegante en la que el rol de quien sirve está por demás subrayado. ¿Quién es y quién está? Ser comprende una esencia, un atributo del sujeto, una determinación particular más allá de un espacio de referencia. Estar implica ocupar un lugar, ubicarse necesariamente en un espacio al que se refiere la presencia. Se es ilimitadamente, se está limitadamente. En nuestro mundo sobrecargado de apariencias, en el que –aunque suene por demás trillado- el valor del sujeto se sostiene en un ser condicionado por un estar, según la distinción que entre uno y otro hemos hecho, nunca falta el momento dramático en que nos preguntamos qué nos hace existir, si no como sujetos, al menos como cosa que bajo algún perfil reluce en nuestra sociedad. Nuestro adusto mêtre, con la con-centración que se le advierte, parece subrayar la liviandad con que los sujetos estamos, en lugar de que seamos, ante la mirada de los demás. Una cena, un micro espacio o un micro espejo. Desde este enfoque, nos encontramos nuevamente con la posibilidad de reflexionar a través del arte sobre nuestro modo de operar en el mundo, viviendo.

Valeria Orsi

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