lunes, 8 de febrero de 2010

LEÓN FERRARI en Zabaleta Lab (Venezuela 571, CABA)















LEÓN FERRARI: "FOSFORESCENCIA"


(3 de diciembre 2009 / 13 de marzo 2010)


“(…) los dibujos los empecé a hacer, esos dibujos escritos, los empecé a hacer en Italia a raíz de que me invitaron a participar de una colección de grabados. Cuando vos pretendes decir algo que se entienda, que sea en cierto modo combativo, no?, tenés que inventar una nueva forma para que eso llegue, porque si decís las viejas cosas –“la gente tiene hambre”, por ejemplo- si decís las viejas cosas con las viejas palabras, no llegan, es un lugar común que mata la idea que se está expresando. La forma de que esa idea llegue tiene que cambiar. Una de las formas del cambio puede ser eso de usar una técnica en otra. Eso tuvo como tres etapas. Primero fue la escritura no significativa, la escritura no figurativa llamala si querés. Después de eso, que era como una crítica a la escritura, resulta que caí en la escritura, como el cuadro escrito. Y después de eso -creo que después, o antes- lo que hice fue la escritura incomprensible pero como deformando la escritura común. (…) hay unas cuantas que las hacía en esa forma porque me facilitaba inventar. Una cosa es inventar el signo, y otra cosa es tener un signo y deformarlo.”[i]

León Ferrari toma un elemento extra-pictórico –el alfabeto- y constituye con este, o a partir de él, un signo visual que se pone en funcionamiento como tal, al interior de la superficie plástica: un recurso que, de manera análoga, ya hubieran practicado los dadaístas de Zurich allá por 1916, con sus poemas fonéticos abstractos. Siguiendo a Rosalind Krauss[ii] es que podemos referirnos a la “circulación del signo” entendiendo que aquello que figura en la superficie pictórica ha perdido su significado referido en tanto signo puesto que en el nuevo contexto sirve a un sentido ulterior dado por la reciprocidad de los elementos dispuestos en la totalidad de dicha superficie: el signo ha transmutado su valor al quedar escindido de su marco de referencia, a la vez que se constituye, entonces, en términos de visualidad. Comprendemos que se trata de una letra o de una palabra y las reconocemos como tales en los casos en que no han sido deformadas, sin embargo, enseguida advertimos la movilidad de su sentido, de su significado que se escurre de lo habitual. Así mismo, Ferrari inventa deformando el código; una vez más, aquello que ha tomado de fuera se convierte en material pictórico, como cualquier trazo, color o pincelada, pero sus grafismos no son “cualquier” material. Tal como expresa el artista, altera un código para decir de otro modo sin caer en el lugar común.

En Zabaleta Lab encontramos obras de Ferrari en las que se hacen visibles los diversos usos del signo. El signo deformado, mediante el cual el vestigio del signo en su forma primaria es visible pero ya no quedan rastros bajo los cuales identificar una letra particular, al modo de una “escritura” esbozada o imaginaria; el signo implementado como tal, visiblemente reconocible, pero semánticamente incoherente (incoherencia deliberada, claro está). Ferrari cuenta su procedimiento, que, particularmente para la segunda situación mencionada, resulta revelador:

“Empecé en el ´62 yo, a hacer esto (…) No sé si te conté…yo hice un vocabulario con palabras del diccionario que no entendía, y después las usé sin entenderlas aquí, no?, entonces yo decía: ´Cuando entré en la casa Alafia estaba jabalconándose al impiedoso gazafatón añojada envedijada entre la estornija´. Es decir, son como abstractas en cierto modo o incompresibles, sólo que por las palabras en sí mismas.” [iii]

Imaginémonos por un instante jugando con un alfabeto chino o con una serie de jeroglíficos. Aquellas formas extrañas a nuestra intelección –para aquellos que no las comprendemos- no son pasibles de ser desglosadas en profundidades de sentido y significación en términos literarios, al contrario, se hace preeminente ante nuestra mirada el carácter visual de aquellas, su cualidad estética. Quizá de este modo resulte más comprensible el modo de operar con palabras que desarrolla Ferrari “des-significando” y resignificando las mismas; un ejercicio no desvinculado de intencionalidad, sino estimulado por una búsqueda particular, la de transmitir efectivamente una idea, un pensamiento, su posición ante el mundo.


Con su trama de escritura “automatizada”, Ferrari desarrolla universos circulares en esferas de diferentes tamaños que, en esta ocasión, penden desde lo alto de la galería. Grafismos, chorreaduras de pintura, símbolos, colores y papel se fusionan en lo alto. Las tramas se hacen presentes así mismo en superficies de hojas de vidrio superpuestas en donde el material de carácter brillante reluce según diferentes planos espaciales. En otros casos, palabras se combinan con imágenes solitarias dispuestas en el centro de la superficie, deformándose, curvándose, empequeñeciéndose, y creando, en definitiva, todo un juego visual.


Por otra parte, en la muestra se exhiben sus Heliografías. Especies de ciudades-laberinto, calles sin salida, micro-universos vistos a vuelo de pájaro, multitudes infinitésimas que se desplazan amontonadas e uniformes. León Ferrari se expresa sobre una de aquellas obras:

“(…) pensaba hacer una ciudad –se llama “Calles”, “Rúas”- hacer una ciudad en donde pasaban cosas, muchos episodios de camas. Por ejemplo, acá hay un café con una cama, acá hay oficinas que tienen cama; hay, como si estuviera siempre dispuesta, el lugar ese tan especial que es la cama… se usa para tantas cosas, hasta para morirse. Después están las mujeres, son mujeres encarceladas, y acá están, bueno, los funcionarios.”[iv]

Cuenta dentro de sus posibilidades el hecho de que San Pablo haya influido en estas composiciones, comenzadas en el año ´76, ciudad en la que Ferrari pasó su exilio a raíz de la dictadura militar que despuntaba en la Argentina.
Camas y más camas; pequeñas camitas con sus soñadores a cuestas. Gente dormida. En un espacio-ciudad en el cual quienes se desplazan dentro de sus límites se encuentran adormecidos, apaciguados, des-activados, y se desplazan cuales máquinas por aquellas geografías circulares, espiraladas, donde el fin es un nuevo comienzo, siempre el mismo y hacia la misma dirección: despertar es la alternativa. Salirse del sueño, ver para mirar de otra manera y reconstituir el espacio de nuestros actos abriendo un camino ligado al deseo en el que lo posible motive nuestras elecciones hacia lo actual.



[i] “León Ferrari: The Architecture of madness”, Universidad de Essex, UECLAA, Marzo de 2002, Entrevista desgrabada por Valeria Orsi. Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=tmpsFlq6OaA (Parte 1) http://www.youtube.com/watch?v=Txb6NWWZoZs&feature=related (Parte 2)

[ii] Rosalind Krauss, Los papeles de Picasso, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999

[iii] “León Ferrari: The Architecture of madness”, ibíd.

[iv] Ídem






















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